sábado, 24 de octubre de 2015

TRES POR TRES

La nueva responsable del orfanato se llamaba Niyi y era una mujer de unos cuarenta años que había abandonado su vida cómoda para dar un hogar a todos esos niños a los que la violencia les había amputado la familia. Niyi sonreía con la mano en la boca, tapándose los labios tímidamente, y siempre tenía una palabra amable para los que se acercaban a visitar el centro movidos por la curiosidad y la compasión. Niyi era la sustituta de Mikita, una vietnamita que durante cuarenta años se había hecho cargo del orfanato con mano firme y corazón flexible. 

Era un día importante para la comunidad, tres de los muchachos habían conseguido una beca para estudiar en Francia y todo estaba preparado para la despedida. Los más pequeño se habían pasado semanas haciendo collares de flores de papel y los mayores habían preparado un baile en honor a los futuros estudiantes. Hoy habría una comida especial. 

Después de las clases, todos los niños del orfanato se reunieron en el comedor. Se respiraba un aire festivo, las cosas buenas que le pasaban a cualquier miembro de la comunidad era compartidas y sentidas por todos. Poco a poco cada niño tomó su asiento dando palmas mientras Dondon, el más pequeño del lugar, tocaba un diminuto tambor de madera. No llevaban ningún ritmo uniforme, cada uno hacía la música que podía con sus manos. 

Todos se dispusieron para disfrutar de la velada. Los tres chicos que iban a partir hacia un futuro mejor hoy se sentaban en la mesa de Niyi, mañana cogerían el avión hacia París y seguramente no volverían jamás. 

No habían servido aún la comida cuando una docena de hombres interrumpieron en el comedor con fusiles en las manos. Más rezagados, casi en la puerta, se podía ver a tres chavales asustados que venían con ellos. 

- ¡Todos quietos! - Gritó uno de los hombres encañonando a Niyi con el arma. 

El silencio se hizo en la sala. Todos sabían muy bien cómo debían reaccionar ante lo que parecía una guerrilla apuntándoles a la sien. 

- Por favor, no nos haga daño. - Mumuró Niyi entre lágrima mientras se arrodillaba. 

- No pasará nada si hacéis lo que yo os diga. ¿Entiendes? Esto es muy fácil Niyi. Niyi te llamas, ¿no? 

- Sí señor. 

- Pues Niyi, mañana cuando vengan los extranjeros a llevarse a los chicos para Francia vas a decirles que son estos. - Dijo señalando a los tres niños que acompañaban a los asaltantes desde que entraron. - ¿Me oyes? 

- Sí señor. – Contestó Niyi muy nerviosa y asustada. 

- Es así de fácil, estos son los niños que se tienen que llevar. ¿Comprendido? 

- Sí señor. 

- Tú actuarás con normalidad y ninguno de los que estáis aquí dirá nada. ¿Entendéis? Porque si no volveremos y os mataremos uno por uno con una bala entre los ojos. 

El hombre hizo una señal a los tres niños que aguardaban en la entrada y se acercaron hasta él. Se agachó, los besó en la frente y salió por la puerta junto con el resto de hombres armados.

Laura Lobato
info@lauralobato.es

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